LA FE PRECEDE AL MILAGRO

 

“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por FE y para FE, como esta escrito más el justo por la FE vivirá.” Romanos 1:17

 

 

Todos los cristianos hablamos de FE, predicamos de la FE, ¿pero sabemos acaso que es la FE?

Hace un tiempo Dios me hablaba mucho sobre la FE, mostrándome que en realidad muy pocos o casi ninguno teniamos FE porque la verdad es que no creemos…

 

Dice la palabra de Dios que “la FE viene por el oír y el oír por la palabra de Dios”, pero eso no siempre se cumple en nosotros porque conocemos la palabra, la leemos, la estudiamos, la aprendemos de memoria, pero se queda ahí como conocimiento, no como acción, pues muy dentro de nosotros existe la duda y existe el temor que es todo lo contrario a la FE. ¡Cuando esto ocurre estamos dudando de Dios!, quiere decir que entramos en pecado.

Es momento de preguntarnos: ¿Hasta dónde creo yo en las promesas que me ha hecho el Padre?

Necesitamos creer de verdad en la Palabra, como cuando le prometemos algo a un niño, él no duda, él lo da por hecho, él sabe que lo que le dijeron se va a cumplir… esto pasaba con mi hijo cuando estaba pequeño, nosotros le enseñamos que las promesas se cumplían siempre, que la palabra valía…y debíamos tener cuidado con lo que le prometíamos porque eso era “si o si” un hecho y él decía:  mamita o papito (en caso de que lo olvidáramos) “las promesas se  cumplen”, el no dudaba, él sabía que lo que le dijera su papá o su mamá era verdad…

Así deberíamos ser todos nosotros con nuestro Padre altísimo, creerle ciegamente. Si fuera así veríamos toda clase de milagros todo el tiempo.

Ahora sé que: “La FE es una decisión”.

 

Un día cualquiera mi madre enfermó, le dio meningitis bacteriana aguda. Después de ser una mujer sana, vital, activa, llena de energía, duró 2 meses en cuidados intensivos, con muchísimos altibajos. Paros cardiorrespiratorios, infecciones con varios tipos de bacterias y muchas cosas más que ahora no alcanzaría a contar. La mayoría de sus neuronas se apagaron y el diagnóstico era Estado vegetal sin recuperación, que lo mejor sería que la enviáramos a una Clínica para crónicos donde la iban a atender muy bien y con todos los cuidados del caso y que ya estaban adelantando el proceso para conseguir el cupo. Mientras todo esto ocurría, mi hermana y yo orábamos mucho y nos resistíamos a creer en los partes médicos que nos daban cada día… siempre nos tomábamos de la mano de Dios y creíamos que Él iba a obrar.

Ahora sabemos que así fue, pues un médico cubano de la sala de cuidados intensivos, llamó a mi hermana aparte y sin que nadie se diera cuenta le dijo que no permitiéramos que enviaran a nuestra mamá a ese lugar, porque allí lo que iba a pasar era que la dejarían morir por su diagnóstico y su condición, ya que a ellos no les convenia mantener a un paciente que generara costos tan altos y sin posibilidad de recuperación. Nos aconsejó que lo mejor era que nos hiciéramos cargo de ella, aunque era difícil que nos permitieran llevarla a casa por su estado vegetativo, la alimentaban con sonda, no sostenía su cuello, no sostenía su saliva, no se incorporaba, no conocía a nadie, no tenía conciencia de nada, dependiente totalmente…. Era terrible el estado en el que estaba… creo que esto a cualquiera lo hubiera derrotado con miedo y temor.

Llegó el momento de decirnos que ya habían conseguido el cupo en la Clínica especializada, pero nosotras ya advertidas no aceptamos. Eso fue un caos para los médicos de turno, pues ellos necesitaban deshacerse de ella, ya que, según ellos ya no había nada más que pudieran hacer. Esa mañana solo estaba yo con ella, pues mi hermana estaba haciendo algún papeleo de notaria, para que no le quitaran la pensión a mi mamá. Entonces entró un doctor algo mayor y malgeniado, diciéndome que la debían enviar urgente para que no perdiéramos el cupo, que debía firmar ya, porque ellos (la Clínica Fundadores) ya no se podía hacer cargo de ella, que ellos ya no tenían más responsabilidad del caso de nuestra paciente, que ya habían hecho lo humanamente posible, que yo tenía que firmar ya, porque ellos no podían esperar más. Yo también senté mi posición y le dije que no, que nosotras no íbamos a dar ese consentimiento, que ya que no la podían tener allá, me la entregara a mí, y yo me la llevaría a mi casa si ellos tenían mucho afán de sacarla… y me regañó, me dijo que era una irresponsable, que yo no tenía el conocimiento necesario para atenderla, que tenía que ponerle mínimo 2 enfermeras, tener una cama especial… en fin, mil cosas más. Igual yo le dije que no firmaría ninguna orden. Al fin después de mucha discusión, me dijo que me la podía llevar solo si ella podía pasar algún alimento (obviamente en su condición no lo podía hacer) me dijo que volvía en 1 hora, que comprara un yogurt espeso y una cuchara, para hacerle esa prueba y se fue. Desde ese momento yo confié en Dios y le dije: Padre se que tú lo haces, ayúdame a que mi mamá pueda pasar, y créanme que no dudé que así sería y así fue… el médico llegó confiado que eso no iba a pasar… pero su sorpresa fue mayor cuando yo la traté de incorporarla un poco y dije: ¡Dios ayúdame!, porque nadie me ayudó a levantarla, y así como les relato que estaba, la pude incorporar y ella pasó 2 cucharadas de yogurt…

Nos la entregaron zafándose de toda responsabilidad. Le dieron hospitalización domiciliaria y así la llevamos a casa.

Su recuperación empezó rápido. Cuando le hacían las visitas los médicos, leían su historia clínica y pensaban encontrar a una señora en cama, sin movimiento, en estado vegetativo y con aparatos por todo lado.  En cambio, lo que encontraban era una mujer bien arreglada, comiendo por si sola, hablando y rejuvenecida, porque cuando la veían no creían la edad que tenía, aunque su recuperación no fue total, la tuvimos con nosotros 6 años más. No dudamos y Dios obró.

Cuando a mi hermana la diagnosticaron con cáncer de ovario etapa 4 con metástasis en pulmones, fue una noticia muy dura, vino su proceso de cirugía, de tratamientos, quimios y de muy malas noticias. Pero algo dentro de mi quitó todo temor, y me dio la seguridad y la confianza en Dios para creer que Él la sacaría de esa terrible situación. La veía bien, sabía que sería sana de eso, jamás pensé en la muerte, oraba a Dios dándole gracias por la sanidad de mi hermana y así pasó….  ¡Fue sana!

Pero a los 4 años cuando falleció mi padre, en noviembre del año pasado, mi hermana recayó, nuevamente apareció cáncer… sin temor empezamos a orar y a reclamar la promesa que está en Isaías 53: 4y5 esa que todos conocemos, sabiendo que las promesas de Dios se cumplen, recibió 6 quimioterapias de las más fuertes y hoy sus exámenes salieron limpios, ¡ya no hay cáncer!

“Papito, las promesas se cumplen”.

Recordemos que “LA FE ES UNA DECISIÓN”

PARA APRENDER:

¿Cómo entrenar mi poca fe?

OIR la palabra.

INSISTIR en la obediencia una y otra vez.

OSADIA repetir y hacer lo que hace mi maestro.

NO PERMITAS temor, ansiedad, ni la duda.

¡La FE precede al milagro!

Con amor, Ligia López.

 


Comentarios

  1. Tremendo como la palabra hace efecto cuando nosotros la desatamos y la creemos a pesar de la adversidad

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  2. Gracias por compartirnos tu testimonio, es donde vemos que la palabra de Dios tiene poder y más cuando en realidad la creemos, Dios siempre está con nosotros en todo momento y el nos ayuda en todo tiempo...

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  3. Si crees verás la gloria de Dios. Sin duda tu y tu familia la han visto!!. Muchas gracias por tu testimonio.

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