AGUA VIVA



En Jerusalén existen dos estanques:

El primer de ellos se conoce como Bethesda (Juan 5:1-18), y de vez en cuando ocurría algo para alguien con suerte. Su agua estaba estancada, esperando que un “ángel” hiciera algo sobrenatural y se produjese un milagro. Allí se encontraba un paralítico, quien completaba 38 años esperando su golpe de suerte.

“Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo”

¿Se dan cuenta? El problema del paralitico no era la necesidad física de ser sanado, sino que ya se había acostumbrado a estar enfermo.

¿Cuántos de nosotros estamos detenidos en aguas estancadas? El estanque de Bethesda representa una vida cristiana superficial, esperando las convenciones presenciales, los seminarios o alguna actividad en particular, y en la cual vamos a encontrar a un ángel (pastor, profeta, cantante) que mueva el agua y algo pase.

Y, a decir verdad, todos tenemos un corazón paralitico: algún pecado oculto (y que ya no se considera como pecado), orgullo, temor, rebeldía, etc.

Cuando el paralítico fue sanado, se encontró con el Señor en el templo y le dijo:

"Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor"

¿A cuantas personas le hizo Jesús semejante advertencia?


El segundo estanque se conocía como Siloé (Juan 9). Allí, Jesús puso barro sobre los ojos de un joven ciego de nacimiento, el joven lavó sus ojos en el agua del estanque y recibió su milagro. Una vez más, Jesús confrontó a quien había sanado, pero esta vez fue diferente:

¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró.

Seguro te preguntarás, ¿Cuál fue la diferencia entre un milagro y otro?

La respuesta es simple, el estanque de Siloé es el único en todo Jerusalén, cuya corriente proviene de un río en movimiento. El estanque de Siloé fue construido durante el reinado de Ezequías (2 de Reyes), para proteger el suministro de agua de la ciudad, es una fuente de agua fresca para consumo.

El Señor pudo haber enviado al joven ciego a Bethesda, pero no. Siloé tiene corrientes de agua viva, representa una vida que se determina en orar y buscar a Dios de manera real. En cambio, el paralítico no era consiente de su realidad, se acostumbro a ver el milagro en otros y su corazón se endureció.

Hoy te quiero invitar a que hagas una pausa y busques el camino a Siloé, el Señor no te quiere dar una experiencia momentánea y pasajera, quiere que vivas en la realidad de los sobrenatural que solo él puede ofrecer.

La decisión es sencilla, solo necesitas pedirle al Señor que te guíe, que te ayude a encontrar el estanque de su presencia. ¡Si lo buscas, lo encontrarás! 

Con amor, Daniel Ardila.


 

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