NO TE DEJARÉ… NUNCA

 

ESCUCHA LA VOZ DE DIOS

Muchas veces nos acostamos sin evaluar el día que acabamos de vivir, y si lo hacemos, posiblemente obtengamos un largo listado de cosas negativas. Si pasa esto es porque seguramente la voz que escuchamos en ese momento, no es la voz de Dios.

 

Si por el contrario, nuestra lista se parece a esto:

- Me miré al espejo y aunque me vi cansado, el brillo de mis ojos sigue ahí.

- el desayuno quizás no quedó como lo quería, pero tuve el privilegio de salir de mi casa sin hambre.

- No alcancé a hacer todo lo que quería, pero logré vencer mi temor al atreverme a hablar así.

-  el día estuvo lluvioso, pero tuve una sombrilla para protegerme.

- hizo mucho frío, pero tuve la oportunidad de disfrutar un delicioso café.

- Aunque me enojé, pude pedir perdón a quien ofendí.

- Me demoré mucho en ese trancón que hubo, pero ¡qué rico que pude compartir más tiempo con mis hijos que estaban allí conmigo!

Cuando Dios nos habla, trae paz, esperanza, edificación y motivación.  Aun llamándonos la atención, nos motiva a corregir y hacer un cambio de corazón.

Es curioso que Dios también nos hace reír...

-Cuando escuchamos una canción y sentimos que Él es quien la está cantando para expresarnos su amor.

-Cuando leemos la Biblia y pareciera que las palabras saltaran para incrustarse en nuestro corazón.

-Cuando soñamos algo de parte de Dios para guiarnos en una decisión.

-Cuando sentimos un abrazo suyo, y nos transmite su seguridad y protección.

-Cuando estamos en la iglesia o en alguna reunión, mientras nuestro líder o pastor enseña el consejo de Dios.

Querido lector, le invitamos a pedirle a Dios que le enseñe a distinguir su voz, que le ayude a ponerle atención, y que disponga su corazón para obedecerle.

"Enséñenles a obedecer los mandamientos que les he dado. De una cosa podrán estar seguros: Estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo" Mateo 28:20.

Con cariño, Leonardo y Carolina Rodríguez.