“Jehová, no retengas de mí tus misericordias;

Tu misericordia y tu verdad me guarden siempre.”

Salmos 40:11

 Este versículo fue escrito por el Rey David cuando estaba pasando por una de sus peores pruebas, pero para llegar a este punto primero debemos saber quien era él.

El Rey David era el más pequeño de sus hermanos, el más delgado y al que nadie ni siquiera su padre le prestaba atención. Pero un día fue elegido por Dios pues vio su corazón, su diligencia y su lealtad y fue así como el profeta samuel lo ungió para ser Rey; David fue un rey de ejemplo con un corazón humilde, pero empezó a confiarse y a permitir cosas, rodeando sus límites lo suficiente como para traspasarlos.

Una tarde estando en su terraza vio una mujer hermosa que se estaba bañando y mando a llamarla aun sabiendo que esta mujer estaba casada con uno de sus soldados más fieles pero no le importó y fue así como sus límites y principios quedaron por el suelo y cayó con esa hermosa mujer. Pero la historia no acaba aquí, pues todo lo que hacemos tiene sus consecuencias ya sean buenas o malas, en este caso Betsabé quedó embarazada y cuando David se enteró hizo lo imposible para seguir ocultando su error y como toda mentira empezó a crecer y crecer como una bola de nieve hasta salírsele de las manos.

David mató a Urías el esposo de Betsabé para poderse casar con ella y así creyó que ya se había zafado de su error y que nadie se enteraría lo que hizo. Pero todo siempre sale a la luz y David necesitaba darse cuenta de su error.

Fue así como Dios envió a una autoridad para confrontarlo, David le rogó a Dios que no hubieran consecuencias, pero ya era muy tarde para él, así que su hijo enfermó y murió 

La historia de David me impresiona porque aun después de que Dios lo escogiera, aun después de haberlo puesto en un lugar de privilegio, el cayó no solo teniendo relaciones sexuales con una mujer casada sino además matando a su esposo. Pero su historia y su propósito no acabaron en ruinas porque Dios le dio una segunda oportunidad, sin importar que tan grave fue el pecado que cometió, ni lo pronto o tarde que se arrepintió y aun después de embarrarla David no perdió su propósito.

En mi célula hemos estado detallando la vida de David, cómo Dios,a pesar de todo, lo volvió a levantar, porque El Señor no quiere castigarnos, Él nos ama lo suficiente como para darnos una segunda o tercera oportunidad para volver a poner límites, para devolvernos a nuestro propósito. Claro que habrán consecuencias por lo que hicimos pero eso no significa que perdimos el rumbo, Dios sigue aquí con sus brazos abiertos diciéndote que está dispuesto a perdonarte, solo hace falta que tomes la decisión de arrepentirte y cambiar de todo corazón.

Jesús no vino para juzgarte, él se desangró de amor por ti para salvarte, por eso te invito a hacer la siguiente oración:

Señor Jesús gracias por enseñarme cada día más, gracias por las pruebas y por siempre amarme a pesar de mis errores, por eso hoy 24 de septiembre del 2022, me arrepiento de todo corazón por el error que cometí y me dispongo a cambiar, poniendo límites y siendo disciplinado en mi relación contigo, gracias por este blog y por haber dado tu vida por mí. Desde hoy no volveré a fallarte en el nombre de Jesús amén y amén.

Con amor, Natalia Rey.



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