TIEMPO DE FLORECER

“El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano”

Salmo 92:12

Mucho se puede hablar acerca de la palmera y de su similitud con la vida del cristiano: de sus raíces que crecen profundas hasta alcanzar casi seis metros de profundidad, buscando el agua; de su tallo que no se quiebra aún en medio de la tormenta; de sus hojas que crecen en alto y de cómo la palmera crece aún en el desierto en medio de la soledad y de terrenos áridos, pero floreciendo y dando fruto en todo tiempo.

Hoy quiero centrarme específicamente en el proceso de su florecimiento y es que la palmera florece y da fruto donde otros árboles mueren. Y segrega una sustancia que pasa por su tronco que solo al sacudirla puede llegar a su cima. Y solo cuando es fuertemente sacudida la sustancia llega al extremo de su copa y allí es donde puede florecer y dar fruto. Es entonces cuando aparecen sus hermosas flores erectas y ramificadas de 3 pétalos y en 3 sépalos en cantidades de hasta 200 en un solo árbol. Y cada flor se convierte en un fruto.

Cuando nosotros como cristianos somos sacudidos por los momentos difíciles que atravesamos, cuando la soledad es nuestra única compañía, cuando sentimos que como a la palmera nuestro tronco se dobla por las inclemencias del tiempo que vivimos, es necesario mirar hacia arriba y que esa hermosa sustancia del aceite del Señor, que es su unción, pueda subir por nuestro tronco y llegar al extremo de nuestra copa y dar lugar a florecer y que cada flor se convierta en ese fruto que alimenta a muchos, que es sanidad y provisión.

Los racimos de las flores de las palmeras se transforman en racimos de frutos muy dulces y cuanto más salada es la tierra más dulce es su fruto.

¿Qué circunstancia atraviesas que te ha hecho sentir sacudido? ¿Qué perdida? ¿Qué soledad que entristece tu corazón y te ha hecho creer que ya no puedes más y te sientes a punto de morir y has dicho no puedo más?

Cuando el Señor Jesús llevaba la cruz y se cayó, vino Simón de Cirene a ayudarle. Y hoy El Señor Jesús viene a ti, pues sabe que te sientes incapaz de seguir adelante, para ayudarte a llevar tu propia cruz. Porque suave es su yugo y ligera su carga. No morirás, sino que vivirás y contarás las obras del Señor en tu vida, porque como la palmera en medio de la sacudida, das lugar a esa hermosa sustancia que subirá tronco arriba y que dará lugar a florecer de manera abundante y sobrenatural. Que ese terreno de tierra salada que estás atravesando, produzca en ti tal sed de Dios que halles refugio en Él y produzcas la más grande y dulce cosecha.

Con amor, Stella Novoa.



Comentarios

  1. Así es en el proceso más Fuerte Y amargo Dios, Anhela Sacar nuestro mejor Fruto (Dulce y eterno)

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  2. Amen Estellita. No podemos perder la fe porque en cada proceso el señor va sacando lo mejor

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