NO TE DEJARÉ… NUNCA

 

MI MAYOR OFRENDA

 El año pasado tuve un sueño en el que el Pastor César me saludó dos veces y la tercera vez regresó, me abrazó y comenzó a ministrarme en cosas específicas que solo estaban en mi corazón y nadie más sabía. Recuerdo despertarme llorando y sintiendo que quien me había visitado era el Espíritu Santo, que quería mostrarme su paternidad y pastoreo; Esa mañana Dios me llevó a estudiar el Salmo 23 y quiero compartir un poco de esto contigo.

 V1: Jehová es mi Pastor y nada me faltará, David sabía que la oveja es un animal de propiedad, es decir que yo pertenezco a Dios, yo soy suya y él es mío, porque él es mi Pastor, es decir decir, él cuida de mi bienestar, pero definitivamente para llamarlo Pastor, primero debo ser oveja y la verdad es que desde hace tres años soy una ovejita que constantemente necesita estar cerca de su Pastor, porque he sido procesada desde que la residencia de mi papá está en el cielo; pero con Dios nada me faltará, esto quiere decir que todas mis necesidades son suplidas por mi Pastor; Mentiría si les dijera que no extraño a mi papá, a veces recuerdo las cosas con mucho amor y lloro, pero les puedo asegurar que una vez que decidí ser oveja y ser pastoreada, el dolor pasó a tener un propósito. 

1. Verdad absoluta: Y no recibisteis un espíritu que os esclavice otra vez al miedo, sino el Espíritu que os adopta como hijos y os permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" Romanos 8:15 ¡Tú eres un hijo! mi papá no era solo mi papá, no era solo el proveedor, me hacía sentir única, hermosa e inteligente; Podía venir corriendo a contarle todas mis luchas, miedos o dudas y él siempre me explicaba con mucho amor, podía contarle mis mayores secretos y nunca sentir que me estaba juzgando, me decía lo que no estaba bien. con mucho amor. Pero cuando se fue, yo sabía perfectamente que ahora todo quedaría entre Dios y yo, sabía que en esencia siempre había sido un muy buen papá, pero entonces ¿por qué Dios se llevó a mi papá? En la vida tendremos muchas dudas, pero una certeza absoluta de saber que en Dios siempre habrá un Padre dispuesto a escucharnos, secar nuestras lágrimas y hacernos sentir únicos, no eres huérfano, en Dios lo eres su hijo para la eternidad. 

2. Para sentarnos a la mesa: En el Salmo 23 se nos cuenta cómo Dios prepara la mesa en presencia de nuestros angustiadores y unge nuestra cabeza con aceite; si te soy sincera, una de las cosas que más extraño de mi papá es sentarnos a la mesa y compartir;, nuestras mejores conversaciones tuvieron lugar allí; y David probablemente escribió esto en otro momento, pero no tengo dudas que Dios lo plasmó en su Palabra para recordarme que sabe lo importante que era para mí sentarme a la mesa con mi papá, y por eso diariamente la prepara y comparte conmigo para darme de su amor y ungirme. Mis angustiadores podrán estar afuera, pero en Dios tengo un banquete continuo. Unge mi cabeza con aceite, mi copa comienza a rebosar, es entonces cuando su presencia, amor y cuidado son mucho más rebosantes que mi mayor dolor. 

3. Nunca se ha olvidado de ti: El último versículo del Salmo 23 dice que definitivamente me hará descansar en la idea de saber que su bondad y su misericordia me seguirán todos los días de mi vida, porque habitaré por largos días en su casa, disfrutsndo su presencia, amor y cuidado. Mi novio y yo soñamos con el día de nuestra boda. Pero si te soy sincera, hace unos días lloré un poco, porque siempre había soñado que mi papá me entregaría y participaría en la ceremonia, y ya no será así. Pero volví a este Salmo, la bondad y la misericordia me siguen a pesar de las adversidades y tengo la convicción de que aparte de mi madre, ese día mi dulce Espíritu Santo no sólo me entregará, sino que será el primer y más importante protagonista de toda la ceremonia 

Hoy hace tres años di mi ofrenda más grande, la que me llevó a conocer a Dios como mi Pastor, pero sobre todo como mi Padre, y luego a ver que el único que puede ser el esposo de mi mamá y nuestro papá es Él. Ahora comprendo que la muerte en Cristo es el principio y no el fin. 

-Con mucho cariño, María Alejandra Rey Rizzo