MENTE FASCINANTE   

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” Génesis 1:27

 Cuando leemos este pasaje del libro de Génesis, podemos imaginar a Dios frente al barro con la idea de crear al hombre. Ya había creado el universo, la tierra, la naturaleza y los animales. Podría haberse basado en estas partes de la creación para hacer al hombre, pero en su sabiduría decidió tener como única referencia para formarlo a sí mismo. Él mismo fue el "molde" que usó para formar al hombre.
La creación del hombre no solo fue su obra final, sino que en ella las obras de los otros cinco días encuentran su plenitud y su sentido. Solo el hombre, hecho a su imagen, podía poseer la tierra y gobernarla, teniendo autoridad sobre esta.
Muchos pueden pensar que esto suena algo ilógico o absurdo. ¿Cómo pudo el Dios todopoderoso formar del barro algo parecido a Él para que gobernara? Pero nuestro Dios es así. Dios creó al hombre con la idea de que este se pareciera a Él, que fuera un ser tripartito como Él, por eso le dio cuerpo (heb. basar), alma (heb. nefes) y espíritu (heb. ruah).
Ahora bien, si reflexionamos sobre esto, podemos inferir que el hombre, al ser imagen de Dios, tiene una mente que fue hecha a su imagen. Por eso, el Apóstol Pablo en el libro de 1 Corintios nos dice: "Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo". Cuando hablamos de la mente, nos referimos al conjunto de capacidades cognitivas que engloban varios procesos como la percepción, el pensamiento, la imaginación, etc. Así que Dios puso en nosotros varias capacidades que había en Él para que pudiéramos alcanzar nuestro máximo potencial aquí en la tierra. Podemos ser altamente creativos, muy inteligentes y tener una buena memoria, entre muchas otras cosas, porque Dios puso esto en nosotros.
Este es el momento adecuado para pedirle al Espíritu Santo que active estas capacidades que Dios puso en nosotros, que tal vez no hemos utilizado o que están dormidas. Dios quiere llevar a su iglesia a un nuevo nivel, en el cual sea levantada y empoderada para conquistar el propósito de Dios.
Atrévete a pedirle a Dios que use esas capacidades que Él puso en ti, ¡porque incluso la misma creación está esperando la manifestación gloriosa de los hijos de Dios!

Con amor, Saúl y Alba Serrato.