LA IMPORTANCIA DEL ACOMPAÑAMIENTO


(“Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo” ECLES 4:9)

Desde el momento en que acepté a Jesús en mi corazón y comencé a asistir a la iglesia, experimenté el amor y el cuidado de Dios a través de personas clave que Él puso en mi vida. Uno de ellos fue mi líder de célula. Su acompañamiento fue especial: me enseñó a orar, a leer la Palabra y, sobre todo, a desarrollar una comunión personal con Dios.

Tengo en mi corazón recuerdos muy especiales que fortalecieron mi fe. Uno de ellos fue nuestro primer ayuno de tres días como ministerio. Otro, nuestra primera salida a evangelizar: yo no decía una sola palabra, ¡y él hablaba por los dos! (jeje). También guardo con cariño las cartas que recibí al regresar del Encuentro. Recuerdo cómo servía con pasión, sin poner excusas, aun cuando éramos estudiantes. Si no teníamos dinero para las actividades, vendíamos lo que fuera necesario, pero nunca dejábamos de participar.

Cuando vamos a la Palabra, vemos que Jesús valoró profundamente el compañerismo. Llamó a sus discípulos a seguirle, y ellos dejaron todo para caminar a su lado. En esa relación cercana, fueron formados, vieron milagros y, tras la ascensión de Jesús, comprendieron que en la unidad podrían cumplir la Gran Comisión.

La Biblia dice en Hechos 2:46-47:

“Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”

La iglesia, dentro de su visión, nos brinda algo maravilloso: una nueva familia en la fe. En mi caso, mis líderes, pastores y amigos han sido un pilar fundamental en mi crecimiento espiritual. Ellos han estado conmigo en momentos de alegría y también en los más difíciles.

Para crecer y madurar en nuestra vida cristiana, es esencial aprender a vivir en comunidad. Ser sinceros con nuestros líderes, pedir ayuda cuando enfrentamos luchas, e incluso en momentos de caída, saber que podemos apoyarnos en ellos para recibir dirección y ánimo en medio de las pruebas.

Conclusión:

La Biblia nos enseña que “mejores son dos que uno”(Eclesiastés 4:9). Cuando entendemos esta verdad, comprendemos que no fuimos diseñados para caminar solos. Necesitamos de otros para crecer espiritualmente. Por eso, debemos dejar a un lado el orgullo y la autosuficiencia. Dios pone personas en nuestro camino con el propósito de ayudarnos a avanzar.

Querido lector: ¡no estás solo!

Dios ha preparado una familia de la fe para ti. Abre tu corazón, conéctate, y permite que otros caminen contigo en este hermoso viaje de seguir a Cristo.

Bendiciones,


Ana Mirith





 

 

Comentarios

  1. La familia de la fe nos sostiene en momentos que puedes desmayar

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  2. La familia en Cristo nos permite experimentar el más grande Amor con gozo y alegría aún la dificultad.
    Gracias Anita

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  3. amen es un privilegio tener una familia en Cristo

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