¿CÓMO PUEDO SER RESERVADO PARA DIOS?

 

1 Corintios 3:16

“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”

Como muchos sabemos, en la antigüedad el Señor dio instrucciones muy precisas para construir el tabernáculo, el lugar donde habitaría su presencia. Los sacerdotes escogidos debían ofrecer ofrendas y sacrificios por los pecados del pueblo.

Ahora, cada uno de nosotros tiene el privilegio de ser ese templo del Dios vivo, donde Él desea morar y manifestar su poder. Por eso nos ha dado ese regalo maravilloso que es su Espíritu Santo, quien habita en cada uno de nosotros, sus hijos.

Dice la Palabra de Dios que el templo de Dios, el cual somos nosotros, santo es (1 Corintios 3:17).

En este mundo, donde estamos viviendo los últimos tiempos, el enemigo nos bombardea constantemente con el marketing del pecado, queriendo hacernos creer que pecar es lo más normal y placentero para la humanidad. Todo lo contrario enseña la Palabra de Dios, que declara que la voluntad de Dios es nuestra santificación.

Hace unas pocas semanas, en la convención de hombres, uno de los temas que más me impactó fue tener la revelación de los tesoros de la santidad. Comprendí que quienes nos reservamos para Dios comenzamos a descubrir y alcanzar las más ricas bendiciones, porque el Señor se relaciona personalmente con aquellos que estamos dispuestos a apartarnos de los placeres que ofrece este mundo y vivir únicamente para agradarle a Él y cumplir su propósito en esta tierra.

¿Cómo puedo reservar mi vida para Dios?

1. Renovando nuestra mente, y no conformándonos a este mundo.
   Romanos 12:2

2. Teniendo claro que fuimos creados por Dios y para Dios.
   Colosenses 1:16

3. Entendiendo que Dios nos creó para la eternidad.
   Eclesiastés 3:11 — Somos ciudadanos celestiales.

4. Santificando diariamente nuestras vidas, porque esa es la voluntad de Dios.
   1 Tesalonicenses 4:3

Oración:

Amado Padre, hoy te pido perdón por todas las veces que no me he reservado para ti y he permitido pecados que te desagradan. Te pido perdón, renuncio a todo lo que contrista la presencia del Espíritu Santo en mi vida y te ruego, en el nombre de Jesús, que me laves con tu sangre y me ayudes a llevar una vida en santidad, reservándome totalmente para ti. Gracias por tu amor y misericordia. Amén.

Con cariño:

Orlando y Nohora Lozano