DEJANDO LA QUEJA
Filipenses 2:14-16
14 Haced todo sin murmuraciones y contiendas, 15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; 16 asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado
La queja es una expresión de descontento o frustración ante las circunstancias; es una reacción profundamente humana frente al dolor, la injusticia o la adversidad. Sin embargo, su naturaleza puede transformarse en algo que no fortalece nuestra relación con Dios. ¿Cuántas veces decides empezar a quejarte de tus autoridades, del trabajo, de la vida que estás viviendo? De pronto tu respuesta es que siempre acudes a la queja o algunas veces, pero la realidad es que el enemigo utiliza la queja para empobrecerte, para estancarte, para cegarte, para poner orgullo en tu corazón. Muchas personas pensarán que la queja es normal, pero en Dios no es normal y cuando decidimos recibir a Dios debemos aprender a hacer más como Jesús.
Uno lee la historia de Jesús y se da cuenta de que él jamás usó la queja como un recurso. Lo que Jesús hacía era ir a la oración y siempre rendir su voluntad. Hoy piensa si rindes tu voluntad o solo usas la queja como un mecanismo de defensa o expresión. Dios nos dice en su palabra “haced todo sin murmuración y contienda”, cuando murmuras de alguna área en específica de tu vida simplemente no te gusta someterte al plan de Dios, porque el enemigo te hace pensar que estás bien y que tu plan puede ser mejor o las cosas a tu manera pueden ser increíbles, pero lo cierto, es que debemos ser humildes ante Dios y darle el primer lugar y cuando tú le das el primer lugar permites que en tu vida se vaya todo lo que te impide tener una mirada puesta en Jesús.
Dios es un Padre amoroso que nos invita a acercarnos con sinceridad. Podemos expresar nuestra angustia, nuestra confusión y nuestro sufrimiento. La diferencia radica en la actitud: en lugar de una queja que acusa o duda, podemos presentar una súplica que busca consuelo, dirección y fortaleza, reafirmando nuestra fe en Su bondad y en Su plan perfecto, aunque en el momento nos parezca incomprensible.
Es importante empezar agradecer, mira tu alrededor, mira la vida de tu familia y empieza a darle gracias a Dios por todo lo que te ha dado, puede que tu situación te lleve a sentir frustración, pero es diferente cuando le entregas todo a Dios y no prestas tu boca para empezar a quejarte de manera continua. Permite que todos los días vayas a la oración y entrégale todo a Dios, porque solo él puede poner palabras de sabiduría en ti.
Oración
Señor, te doy gracias por amarme, gracias por todo lo que me has dado. Hoy quiero entregarte mis angustias, mis emociones, mis fallas. Quiero rendirme ante ti y que tú me enseñes a declarar palabra de vida. Hoy me rindo a mí y tomo más de ti porque reconozco que eres el único que puede traer vida a mi hogar, vida a mi trabajo, vida a mi familia, vida a todo mi entorno, perdóname si he permitido la queja primero antes de llegar a ti, perdóname si no he puesto mis ojos en ti, gracias porque eres un padre amoroso, te amo Jesús.
Con amor, Andrés y Laura

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