PAZ Y SANTIDAD

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”

Hebreos 12 :14

La mayoría de las personas de cualquier denominación, cultura o raza desean vivir en paz, pero todo depende de lo conscientes que seamos de que es nuestra responsabilidad personal, el hacer parte de esta búsqueda de la paz.

Vivir en santidad armoniza con vivir en paz. Una buena relación con Dios nos conduce a una buena relación con los que nos rodean, porque, aunque no siempre sentimos amor por todos, y más cuando alguien ha afectado con sus palabras o acciones nuestro corazón, el Señor nos enseña a verlos con un corazón compasivo y a entender que somos nosotros los que nos amargamos por dar tanta importancia a las actitudes de los demás.

Jesús nos enseña en su palabra, que debemos perdonar y pasar por alto las ofensas, y no dice “seguid la paz con algunos, con los que te caen bien”, sino con todos. Obedeciendo a este mandato, somos nosotros los más beneficiados, ya que, al cumplir con su mandato, El Señor hace que la paz y la santidad nos lleven a mejorar las relaciones, incluso con aquellas personas difíciles que están a nuestro alrededor.

Jesús como vivo ejemplo de la santidad, tenía muchas personas a su alrededor, y aunque la mayoría de veces lo cuestionaban, o no estaban de acuerdo con lo que él enseñaba, no por esto dejó de amarlos, porque era más grande su compasión debido a su plena comunión con el Padre porque vivía en santidad. Esta relación le hacía tener paz en su corazón para poder brindarla a quien lo necesitara.

Cada uno de nosotros, al salir a enfrentar el día a día, nos encontramos con diferentes tipos de personas, quienes, con sus actitudes nos hacen perder esa paz, pero hemos sido llamados a buscar la paz en cualquier lugar donde nos encontremos o con cualquier persona que nos la quiera quitar, esto es, ser imitadores de Jesús como él lo es del Padre. Como familia, hemos tenido que luchar con muchas personas que nos han querido lastimar, pero hemos entendido que nuestra lucha no es contra ellos, más bien contra lo que hay en ellos; decidimos perdonar y no amargarnos, para tener un corazón sano y ver las bendiciones de Dios,

Querido pacificador, no se deje robar la paz que Dios le da, porque ella le ayudará a vivir en santidad para poder ver las bendiciones que su Padre del cielo tiene para su vida y su familia.

Que la paz del Señor guarde sus corazones.

Con amor, Vilma Sampedro.



Comentarios

  1. Siempre hay un vecino "don amarguras" o un familiar "don estrés" a nuestro alrededor buscando contagiarnos, pero depende de nosotros escuchar solamente a Dios y lo que él piensa o nos dice.
    Nadie merece que perdamos la paz que Dios nos ha entregado.

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