PAZ EN LA TIERRA: PROMESA CUMPLIDA

 


Cuando el ángel anunció a los pastores de Belén el nacimiento del Salvador, de repente apareció una multitud de huestes celestiales alabando a Dios y proclamando: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”

Qué momento tan emocionante debió ser para aquellos pastores: mezcla de duda, alegría, asombro y temor. La profecía del nacimiento del Mesías se estaba cumpliendo ante sus propios ojos.

Hoy, cuando Jesús se revela al corazón de una persona, es algo similar. Cuando nos hablan por primera de Jesús y viene esa convicción de que él es real que va entrar en nuestros corazones y que a través de él recibimos salvación, llegan pensamientos de alegría, esperanza y una expectativa hermosa sobre lo que será nuestra vida de ahí en adelante.

Uno de los mayores regalos que recibimos al reconocer a Jesús como nuestro Señor y Salvador es precisamente esa paz de la que Él habló:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (Juan 14:27)

Un testimonio de paz en medio de la tormenta

En mi vida cristiana he pasado por diferentes pruebas, pero en todas he podido experimentar esa paz que no se puede explicar con palabras. Es una seguridad profunda que te permite avanzar aun cuando el camino parece oscuro, confiando en que Dios no permitirá que caigas.

Cuando quedé embarazada, me diagnosticaron cuatro miomas en el útero, todos grandes y creciendo junto con mi bebé. Desde el primer día me catalogaron como embarazo de alto riesgo. Toda mi vida había soñado con ser mamá, así que esta noticia me llenó de temor. Como buena colombiana, corrí a Google a buscar información… y todo lo que encontré era desalentador.

Pero es en esos momentos cuando la fe debe ser más grande que la lógica.

En cada control médico esperaba escuchar que los miomas habían desaparecido, pero no fue así. Al contrario, crecían más y más. Al final del embarazo, uno de ellos se ubicó justo en la salida del bebé, impidiendo que pudiera acomodarse para nacer.

No sé cómo explicarlo, pero, aunque tenía miedo, también tenía una confianza profunda de que todo saldría bien.

El parto terminó siendo una cesárea de emergencia por preclamsia. Según los médicos, ambos podíamos perder la vida. Pero allí, en ese momento crítico, sentí a Dios sosteniendo mi mano y llenándome de una paz que se transformó en gozo cuando escuché el llanto de mi hijo al nacer. Mi hijo es fruto de una promesa y de la infinita misericordia de Dios.

A veces creemos que si las cosas no salen como planeamos o soñamos, entonces no vienen de Dios. Pero Él es especialista en sorprender a sus hijos con detalles de amor que nos llevan a Sus pies y nos permiten conocerlo de verdad.

Oración

Papito Dios, gracias por estar siempre con nosotros a pesar de lo que somos y de nuestra tendencia al mal. Tú eres fiel y has prometido darnos paz en los momentos difíciles. Ayúdanos a confiar en ti aun cuando no entendemos el camino. Amén.

Con cariño, Ana Mirith

Canción recomendada: “Cuerdas de amor” julio melgar



Comentarios

  1. Dios nunca nos deja, siempre está obrando en todas las situaciones de nutras vidas.

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