QUIERO TIRAR LA TOALLA, ¿QUÉ HAGO?

 

CONFÍA Y AVANZA

Buenos días querido lector, el día de hoy quiero contarte una historia que me confronta e impacta, y claro, te la voy a contar como Dios la ha revelado a mi vida, así que, ponte cómodo y tomémonos un café juntos con Jesús

La historia trata del profeta Elías, él había retado al falso dios cananeo que el pueblo de Israel adoraba en ese tiempo y les dijo que el dios que hiciera descender fuego del cielo seria el Dios verdadero. Así que los israelitas duraron toda la tarde tratando de que su dios Baal respondiera, pero nunca lo hizo. Cuando fue el turno de Elías, él solo oró y Dios le respondió, entonces muchos de los israelitas se dieron cuenta que el verdadero Dios era el de Elías. Pero la reina de ese momento quería ver muerto a Elías y le prometió que lo mataría, además muchos de los que dijeron que seguirían al verdadero Dios, le fallaron y le dieron la espalda.

¿Te ha pasado lo de Elías? Bueno, él estaba tan lleno de dolor, presión y miedo, que prefirió huir al desierto. A lo largo de la Biblia hemos podido identificar que ir al desierto es un sinónimo de prueba y me parece muy interesante que Dios no le dijo a Elías que tenía que ir al desierto, ni vivir una prueba, sino que el mismo Elías solo se cargó de meterse en esa situación, y en vez de formarse para ser una mejor persona, sucedió todo lo contrario, tantas cosas llenaron su corazón que lo cegaron y lo oprimieron tanto que cayó en depresión.

^“Cuando Elías supo esto, se asustó tanto que huyó a Beerseba, en el territorio de Judá. Dejó a su ayudante en Jezreel y anduvo por un día en el desierto. Después se sentó debajo de un arbusto, y estaba tan triste que se quería morir. Le decía a Dios: «¡Dios, ya no aguanto más! Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados».” 1 Reyes 19:3-4

Pero su historia no termina ahí.  Dios lo quería tanto que envió literalmente un ángel para cuidarlo, darle fuerzas, ánimos y comida… pero Elías solo se quejaba pues estaba en el desierto, estaba en un mal ángulo, en una perspectiva donde veía la prueba más grande que Dios. Entonces Dios le dijo que subiera al monte, porque cuando estás en una superficie plana todo se ve más grande, pero cuando estás en una superficie alta las cosas se vuelven más pequeñas y están todas bajo tus pies. Así que Elías se levantó como pudo del desierto y caminó hacia la montaña por 40 días y en todo ese tiempo Dios estaba a su lado apoyándolo y levantándolo.

Cuando Elías llegó a la montaña, a poca distancia del mirador encontró una cueva y como su dolor lo tenía tan cegado, prefirió volver a entrar en su depresión. Dios ya no envió más ángeles, Él mismo bajó y habló con Elías, pero este no se quiso levantar y Dios tampoco lo quería obligar. entonces Elías cometió el error más grande del mundo porque no sabía que era un hombre remplazable, pues aparentemente Elías cabía en el prototipo de un buen profeta, pero Dios no busca un prototipo perfecto, El Señor solo busca hombres y mujeres dispuestos y eso no lo sabía Elías, así que Dios lo removió y Elías tuvo que entregarle su autoridad y su unción a Eliseo, su discípulo, porque como decía mi papá: “a Elías le quedó grande”.

Dios conoce muy bien tu dolor y lo vive contigo. Pero hay un tiempo para todo y si continuas en tu cueva o tu desierto negándote la posibilidad de ver tu prueba desde otro ángulo, Dios te removerá. Yo lo entendí y fue así como me di ánimos para volver a abrir mi célula y me levante algo coja y herida, pero estoy dispuesta y es lo único que Dios necesita de nosotros. No tienes que estar sano por completo, aun en tu debilidad y en medio de tus heridas Dios te sigue usando. Así que hoy querido lector, te invito a levantarte, a salir de esa cueva o desierto y permitirte ver esta prueba desde otro ángulo, porque recuerda, somos remplazables y es nuestra decisión si queremos que Dios use nuestra vida.

Con amor, Natalia Rey.