NO TE DEJARÉ… NUNCA

 

DE PROSTITUTA A PRINCESA

 

“Fue por la Fe que Rahab, la prostituta, no fue destruida junto con los habitantes de la ciudad que se negaron a obedecer a Dios. Pues ella había recibido en paz a los espías” Hechos 11:37

Según la Biblia, Rahab era una esclava del pecado, pero por su Fe fue salvada.  Ella no conocía a Dios, pero había oído hablar del Dios de Israel y creyó en su corazón. “Así que la Fe viene por el oír, es decir por oír la buena noticia acerca de cristo” Romanos 10:17

Era una mujer que, aunque fue catalogada como prostituta, tenía grandes cualidades que la hicieron diferente y gracias a ellas fue registrada en la Biblia como una mujer con una Fe extraordinaria, valiente, temerosa de Dios que trajo salvación no solo a su vida sino a su descendencia.

Para los que no conocen la historia, cuando los espías fueron enviados por Josué, ya que Jericó iba ser destruida por su perversión y maldad, Rahab fue la mujer que los escondió, los dirigió y los ayudó a regresar sin riesgo alguno por otro camino para que se cumpliera el propósito de Dios. Sin embargo, a pesar del peligro de ser ejecutada, creyó y pidió que fuese salvada junto con su familia, tanto así que cuando cayeron los muros de esta ciudad después de 7 días de haberla rodeado, la única casa que quedó en pie fue la de esta mujer. “y ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo y será salvo tú y tu casa” Hechos 16:31

El cordón rojo que ella colgó como símbolo de identificación, tipifica su redención a través de la Sangre de Jesús.

Querido amigo, al igual que Rahab llegó con la etiqueta de prostituta, yo también llegué con muchas etiquetas: incrédulo, solterón, vagabundo, borracho, drogadicto… No se cual sea la etiqueta que el mundo te ha puesto, pero quiero decirte que el Señor no mira tú condición sino por el contrario, Él te ve a través de la sangre de Jesús y solo basta una decisión de cambio y la Fe suficiente para creer que Dios puede hacer de ti una persona nueva, de gran ejemplo y testimonio.

Oración: Amado Padre, hoy te pido que me ayudes, haz crecer mi Fe para no mirar mi pasado, ni lo que fui, sino creer que tú puedes hacerlo todo nuevo. Ayúdame a entender que de tu mano seré cambiado, direccionado, que tú eres mi refugio, mi escudo, quien pelea mis batallas, y quien estará a mi lado y junto a mi familia siempre. Gracias te doy en el nombre poderoso de Jesús, amén.

Con cariño, Willinton Murcía.