PRUDENCIA
"El que guarda su boca
guarda su alma;
Mas el que mucho abre
sus labios tendrá calamidad"
Proverbios 13:3
Vivimos en medio de
una sociedad en donde las palabras hablan más que los hechos; somo tan ligeros
en pronunciar tanta negatividad a través de nuestra boca que la gran mayoría de
las heridas que causamos a las personas provienen de nosotros mismos.
Podemos definir a la
prudencia como la capacidad de pensar, ante ciertos
acontecimientos o actividades, sobre los riesgos posibles que estos conllevan,
y adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios
innecesarios.
Veamos como una sencilla
palabra pronunciada en el momento exacto puede causar un efecto tan devastador
en el corazón de una persona que hasta podría causar la muerte. Como dice en Proverbios
18:21 “La muerte y la vida están en poder de la lengua,
y el que la ama comerá de sus frutos” Sin embargo, el proverbista cita “La congoja en el corazón del
hombre lo abate: Mas la buena palabra lo alegra” Proverbios 12:25.
Jesús
nos ha enseñado a través de su propia viva lo que es la prudencia, nunca utilizó
una mala palabra ni aun en los momentos más difíciles; ni cuando lo golpeaban
estando con los ojos vendados diciéndole que profetizara cuál de ellos había
sido, ni cuando hablaba con las autoridades perdió su calma y sabiduría aun
pudiendo declarar su inocencia.
Este es
el momento correcto para que tú y yo reconozcamos que tan ligeros hemos sido
con nuestras palabras; nuestra falta de prudencia en momentos cruciales en que
hemos causado tanto dolor en las vidas de nuestro familiares y amigos y que han
marcado sus corazones. La prudencia que no hemos tenido en medio de la toma de
decisiones que afectaron nuestro futuro por la ligereza de nuestra boca.
No es
tarde para pedirle a Dios que tome el control de nuestros labios, que el dirija
nuestras palabras, que podamos llevar a nuestros hogares y lugares de trabajo
el correcto uso de nuestro lenguaje para que en lugar de destruir, edifiquemos,
en lugar de odiar, amemos, que en lugar de herir, restauremos.
Señor ayúdanos a
mantener el dominio propio que nos diste a través de los frutos de tu Espíritu Santo,
que tu conquistaste para nosotros por medio de la sangre que brotó de tu
costado cuando fue atravesado por la lanza romana. Cancelamos todas esas
palabras con las que, por la falta de prudencia, herimos a tantas personas. Oramos
para que tengamos el tiempo de poder restaurar nuestras relaciones personales
con el compromiso de no volver a dejarnos llevar por las emociones de nuestro
corazón al momento de hablar y coloca en nuestros labios el poder para ser sal
en esta tierra, que la podamos sazonar con palabras de amor.
Gracias por blog, este tema es muy importante para mi
ResponderBorrarEn verdad siempre de vemos cuidar de nuetra boca antes de proferir al Guna palabras gracias por esta gran reflexión.
ResponderBorrarAmén y amén
ResponderBorrargracias si debemos cuidar nuestra boca y lo que sale de ella
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