Jehová Rapha: El Dios que sana

 



“Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. Y María les respondía: Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; Ha echado en el mar al caballo y al jinete. E hizo Moisés que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua. Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó; y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.”

Éxodo 15:20-26

 

Los primeros pergaminos del antiguo Egipto registran un gran número de remedios medicinales y conjuros inventados y experimentados por sus curanderos y médicos. Por lo tanto, los israelitas que salieron de Egipto con Moisés probablemente estaban familiarizados con todos estos remedios y tratamientos, ya que habían vivido en esa tierra por 430 años. Su conocimiento de Dios hasta entonces había sido de oídas, por lo que aún no conocían ni experimentaban la majestuosidad de Su poder y presencia.

El trasfondo de Éxodo 15 fue la maravillosa división del Mar Rojo delante de la comunidad israelita con Moisés al frente. Inmediatamente después de este increíble momento, comenzaron a quejarse cuando llegaron a las amargas aguas de Mara. En respuesta a sus quejas y murmuraciones, Moisés les hizo una promesa con una condición. Dijo que si el pueblo escuchaba la voz de Dios y hacía lo que es correcto ante Él guardando todos Sus mandamientos, no les mandaría las enfermedades que habían afligido a los egipcios. Terminó el mandato con una declaración de quién era este Dios: "Yo soy el Señor, tu Sanador". ¡Vaya!

Enfatizaba que Dios mismo era el único que los sanaba, y no los curanderos ni los remedios que habían conocido en Egipto. La forma en que Dios los sanaría y protegería los distinguiría de las naciones circundantes, si así lo decidían. 

Actualmente como creyentes en Jesús, podemos elegir vivir una vida de obediencia a Su voz y dirección, o a las costumbres de nuestro tiempo ¡Es completamente nuestra decisión!!! 

Les quiero decir que, así como en el tiempo de Moisés y Josué ¡Hay recompensa a nuestra obediencia! 

Aunque la enfermedad nos aceche, porque vivimos en un mundo reprobado por causa del pecado, podemos estar seguros de que nuestro Dios nos guiará, nos cargará cuando surja la necesidad y nos llevará a salvo al otro lado. 

¡Así ha pasado en mi propia vida!

No permitas que lo que dice la cultura popular sobre la sanidad, dirija tu vida. Que tu primera opción sea siempre ponerte de rodillas y hablar con tu Padre Celestial y esperar en Él para que te dirija. 

                 Ningún remedio o cura puede sanar profundamente. Ningún sanador o médico terrenal puede sanar nuestro espíritu y nuestra alma.

                 Ningún tratamiento o estilo de vida o plan de dieta, por muy saludable que sea, puede traer la sanidad total a nuestras vidas.

                 La sanidad verdadera, duradera y que cambia la vida viene sólo de Jesús.

Oración:

Amado Señor Jesús, coloco mi vida y familia delante de ti, te pido que, a través de los 7 derramamientos de tu sangre, cualquier dolencia, enfermedad o diagnóstico contrario a nuestra sanidad mental y física sea removido de mí y de mi casa. Señor, que tu sangre Absorba la enfermedad, anule toda acta de decretos que me eran contraria y reemplace a través del intercambio divino mi enfermedad por tu total sanidad. ¡En el nombre de Jesús, Amén! 

Con cariño, Rossemarie Rizzo Martínez

Pastora MCI Bogotá

Nota: Tomado de devocional Sanando de adentro hacia a fuera.






Comentarios

  1. Amen, es una adsoluta dependencia de Dios para obtener nuestra sanidad, es la confianza a nuestro Padre

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  2. Nuestro Dios médico de médicos, ya venció la enfermedad, Nuestro Jehova Rapha. 🙌 nuestro sanador.

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  3. solo Dios puede sanar las heridas profundas del alma, allá donde los médicos no pueden llegar

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  4. Por la sangre de Cristo, gozamos y tenemos la salud de nuestro Señor Jesucristo cuando estuvo en ésta tierra, amén

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  5. JEHOVÁ RAPHA,SE MANIFIESTA PARA SANAR TODA ENFERMEDAD

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