Mis Cicatrices



Por lo tanto, podemos identificar quienes son hijos de Dios y quienes son hijos del diablo. Todo el que no se conduce con rectitud y no ama a los creyentes no pertenece a Dios. Este es el mensaje que ustedes han oído desde el principio: que nos amemos unos a otros.

1 Juan 3:10-11

 

Nuestras cicatrices físicas son el resultado de la reparación de un tejido después de un traumatismo como una herida, una operación o una enfermedad.  Y en alguna etapa de nuestras vidas todos hemos pasado por el proceso de ver esa reparación en una parte de nuestro cuerpo, por uno u otro motivo.

Personalmente recuerdo que en una ocasión   jugando baloncesto me caí y me raspé la rodilla derecha, tape mi herida para que mi mamá no se diera cuenta, pero con el paso de los días empezó a sanar en falso. Salió una costra que al parecer indicaba que la sanidad estaba llegando, pero lo curioso era que alrededor estaba muy rojo y dolía mucho, no podía caminar bien y finalmente ella se dio cuenta; revisó la herida y concluyó: esto está infectado, Busco una gasa y agua oxigenada y quitó la caracha, debajo de la cual efectivamente había materia. Así que luego de limpiar profundamente y aplicar desinfectante la herida sanó de manera real y quedó una cicatriz que cuando se toca no provoca dolor alguno: sanidad total.

Así mismo a nivel espiritual también tenemos heridas que son producto de actitudes o hechos que recibimos de personas a las que amamos, de situaciones en las que cuando la batalla espiritual arrecio fuertemente aún nuestra misma fe fue quebrantada. ¿La pregunta es si hemos sanado de manera real o aparente?

Conversando con una preciosa mujer de Dios que fue atacada por un cáncer de tiroides a quien operaron y descubrieron que su tumor estaba pegado a la arteria carótida lo que provocó que la cicatriz en su cuello se hiciera un poco más grande de lo normal en este tipo de cirugías, pude observar que lucía una blusa que dejaba visible su cicatriz. Entonces le pregunte: ¿te incomoda?, a lo que ella me respondió: No, la exhibo con orgullo porque me recuerda que, aunque fui atacada por el enemigo con un diagnóstico de cáncer y pasé momentos muy difíciles en los que aún llegue a pensar que podía morir, puedo decir que obtuve la victoria por el poder de Jesús y de su sangre. Se tocó con su mano y me dijo: Mira y no duele.

Existen otro tipo de heridas: son aquellas que nos provocan las personas más cercanas: familiares y amigos que, si no se convierten en cicatrices, llegaran a ser heridas infectadas, que aún amenazaran de muerte.

Podremos tener la certeza de que son cicatrices cuando podamos transmitir amor a esas personas. El Señor ordena que nos amemos unos a otros. Y existe una diferencia muy grande entre querer y amar: quieres porque te es agradable, te nace y es fácil. Pero amas cuando a pesar de los errores de los demás puedes permanecer conduciéndote en rectitud con esas personas y transmitir el perdón de Dios sobre sus vidas. El amor a Jesús le costó la cruz del calvario. El amor cuesta.

¿Qué es herida en tu vida en este momento? ¿Y que ha dejado una cicatriz? ¿Es una herida o una cicatriz? Quizá estas confundido, crees que cosas que pasaron en tu vida mucho tiempo atrás ya han cicatrizado y piensas: ha pasado, ya no me afecta. Pero tener un corazón sano no es asunto de tiempo ni de territorialidad, es permitir que Dios entre, limpie y desinfecte con su preciosa sangre y puedas experimentar como tu herida se convierte en una cicatriz que puedes exhibir con orgullo afirmando que, aunque la batalla arreció brutalmente pudiste venir a la presencia de Dios y recibir sanidad completa.


QUE TUS HERIDAS SE CONVIERTAN

EN PRECIOSAS CICATRICES


Con amor, Stella Novoa




Comentarios

  1. Que bonita enseñanza tenemos que pediré al señor que same nuestros corazones par que las herida pueda. Ser sanada

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  2. Wow, hermoso mensaje ❤️, aunque no es fácil las heridas siempre sanan pero dependera de nosotros entregarlas a Dios para que saben de la manera correcta ❤️ gracias por tu enseñanza

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  3. Amén, las heridas en las manos de Dios las convierte en preciosas cicatrices

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