BIENAVENTURADO

 

En el Salmo 1:3, las Escrituras hablan del hombre bienaventurado que ha hecho de la Palabra del Señor el centro de su vida: “Será como un árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera".

Tengamos presente que el comportamiento de las personas tiene consecuencias reales no solo en el aquí y en el ahora, sino también para la eternidad.

El Salmo 1:3 también describe al hombre bienaventurado como feliz, bendecido por Dios… Como “un árbol”, pero no cualquier tipo de árbol. Este árbol está plantado junto a corrientes de aguas, en su tiempo da un fruto específico; y su hoja no se marchita; y todo lo que hace, prospera.

Lo primero que observamos es que el árbol está firmemente plantado y tiene acceso cercano al agua, lo cual indica que, de las corrientes de agua, este árbol obtiene los nutrientes que necesita para vivir.

Para mí el agua, a manera de símbolo, me recuerda al Espíritu Santo, o más bien a la llenura del Espíritu en aquellas personas que la Biblia considera como árboles. Jesús hablando de una de las características que poseemos las personas que creemos en Él, dijo lo siguiente: "El que está lleno del Espíritu Santo de su interior correrán ríos de agua viva". Juan 7:37-39. Y esta agua viva, le limpia, le refresca y le nutre". Así que el árbol que está cerca al agua de vida, necesariamente es productivo, estable y su hoja no se marchita.

Queridos amigos en la fe, la Palabra de Dios nos transmite la bienaventuranza, la felicidad, y el verdadero sentido de la prosperidad en Dios. Pero no sucede así con los que van en sentido contrario al camino establecido por el Señor, quienes el Salmo describe como paja que es arrastrada por el viento y su camino de vida es inestable porque en ellos no hay fecundidad ni estabilidad.

Sin duda alguna, ya en este punto, el Salmista nos motiva a considerar nuestras raíces.

Pregúntate:

                1. ¿Son profundas o superficiales?

                2. ¿Son débiles o fuertes?

                3. ¿Estamos cerca del agua de vida eterna o no?

              4. Y, también nos motiva a considerar el lugar donde decidimos sembrarnos para crecer, florecer y dar fruto. ¡Medita en esto!!!

¡Es tiempo de avivarnos por Cristo y determinarnos a establecer el reino de Dios en la tierra! Por ello muévete a llamar, visitar, y llevar el mensaje de amor de Dios a quienes lo están necesitando. Entonces experimentarás un nuevo comienzo en tu llamado al servicio de la obra de Dios, porque eres tres veces bendecido por Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

¡Renueva tu fe y manos a la obra!!

Con amor, Rossemarie Rizzo Martínez.

Pastora MCI Bogotá.



Comentarios

  1. cuando nuestra raíces son superficiales tememos darle nuestro futuro a Dios , nos comprometemos pero no tanto por miedo al fracaso , pero cuando permitimos que las aguas del dulce espíritu santo nos inunde las raíces son firmes y sin importar las circunstancias nada nos moverá de la decisión de servir y vivir para Dios

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