CÓMO EL ESPÍRITU SANTO RESTAURÓ MI CORAZÓN

 

SOMOS UNO EN CRISTO

“El secreto de andar con Jesús es tener la certeza de que yo no sé, pero Él sí”

Oswald Chambers.

“Pues por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu. Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios”

Efesios 2:18-19 NVI

Quiero que te imagines dos situaciones, la primera es estás frente a una puerta, ha llegado tu momento de dar cuentas de tus acciones y que seas juzgado, te preguntan ¿Quién eres?, Tú dices tu nombre y te responden “No lo conozco, no puede entrar” Ahora imagina estar en la misma situación, pero con una diferencia, te preguntan ¿Quién eres? Y antes de que puedas decir tu nombre aparece alguien, un hombre con barba, lleno de cicatrices en su cuerpo, con una linda túnica que dice “Me llamo Jesús” automáticamente entras tu junto con él a ese lugar que tanto has anhelado durante toda tu vida.

Esto que te acabé de narrar es lo que Jesús hizo en la cruz por cada uno de nosotros, no éramos merecedores de nada, somos indignos en todo, no somos aptos para entrar solos, simplemente somos pecadores, pero llegó él como esa entrada divina para acceder a la presencia de Dios soberano. Era necesario que alguien nos presentara, que alguien diera su vida como pago de nuestros pecados, alguien que fuera capaz de derramar hasta la última gota de su sangre para hacernos uno con él y ser aptos para entrar a la presencia del Padre sin obstáculos.

Antiguamente se debía esperar a que cada año el sumo sacerdote entrara al lugar santísimo para ofrecer sacrificio y lograr el perdón de los pecados del pueblo, ¿Te lo puedes imaginar? Tan solo una vez en el año poder entrar en la presencia y presentar nuestros pecados, ¿Y si Dios nos llama a cuentas antes? Nada que hacer, así eran las reglas.

 “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” Romanos 5:8 NVI. Ahora es mucho más sencillo, ahora somos uno con Cristo, y gracias a él podemos entrar a la presencia de Dios sin más, es por la gracia inmerecida que ahora tenemos total libertad de entrar a su presencia, el ser uno con Cristo significa que es 100% de Jesús y un 0% de ti, ya no vives tú, sino que Cristo vive en ti. Antes éramos como unos extranjeros en una tierra extraña dónde no éramos bienvenidos, pero gracias a su inmensurable amor, podemos entrar al trono de la gracia porque ahora pertenecemos a la familia de Cristo, ya no eres un extraño, ¡¡Eres su hijo!! Ahora solo nos queda ser agradecidos y disfrutar de que somos uno con en Cristo y cada día entrar y deleitarnos en su presencia.

Oración: Padre amado, gracias por haber dado todo por mí, sé que no lo merecía, aún no lo merezco, pero tú en tu amor inagotable decidiste dar todo por alguien como yo. Jesús, anhelo cada día ser uno contigo y entrar confiadamente al trono de la gracia y deleitarme en tu compañía, no hay nada mejor que estar en tu presencia, no hay otro lugar en el que yo quisiera estar, eres mi deleite, mi deseo eterno. Por tu gracia he sido salvo y esa es mi mayor recompensa, gracias Jesús, te amo. Amén y amén

Con amor, Karen Guarín.

Te invito a que termines este tiempo con esta adoración: