RENOVANDO MI MENTE

 y renovaos en el espíritu de vuestra mente,  y vestíos del anuevo hombre que es creado según Dios en la bjusticia y santidad de la verdad.

Efesios 4:23-24 

 

Les ha pasado que con el transcurrir del tiempo las cosas que antes no les gustaban hoy las encuentran divertidas o deliciosas, bueno, a mi sí, hace algunos años me presentaron una pizza de aceitunas, algo exótico que la verdad no me gusto, el sabor era distinto y no quería cambiar la pizza hawaiana por eso, hoy, algunos años después, luego de madurar mis gustos y probar una que otra cosa, me encantan las aceitunas, y así pasa con Dios, hay cosas que él debe cambiar en nosotros, hábitos que debemos corregir, quizás debe enseñarnos a ser disciplinados o a ser mas prudente con nuestras palabras … y es algo que quizás al principio no le encontremos sentido ni gusto, pensamos que así somos nosotros y toda la vida hemos vivido de esa forma, y, es “mi carácter”. Pero … así no es Dios.

Su promesa nos enseña que podemos renovar nuestra manera de vivir mediante el dulce Espíritu Santo, y así sucede como con la historia de las aceitunas, Dios muchas veces tiene que procesar nuestro carácter y renovar nuestra manera de vivir, y al final, eso que siempre dijimos que nunca cambiaríamos termina siendo distinto en nuestras vida, porque solo el Espíritu Santo puede cambiar quienes somos.

Cuando tenemos la revelación del Espíritu Santo, de lo que él quiere hacer en nuestras vidas, todo es distinto, es más fácil y no nos cuesta, aprendemos a ser más compasivos y amamos el lugar en donde estamos, el proceso que vivimos o el valle que estamos atravesando, porque él cambia nuestra manera de pensar y de vivir.

Quizás durante mucho tiempo has pensando que tu vida sencillamente es la misma, que no vas a cambiar tu manera de vivir, pero te tengo una buena noticia; las aceitunas son deliciosas y las incluyo en el mercado (…), con esto quiero decir que puedes cambiar, no en tus fuerzas, no porque tu te obligues, no, por ti no, porque al final nos cansamos y decepcionamos de no conseguir lo que deseamos, ya que solo lo podremos lograr si nos enamoramos de Jesús y deseamos vivir como él, pidiéndole al Espíritu Santo que nos enseñe a vivir como aquel en el cual hemos creído.

Un fuerte abrazo.

Felipe Mercado


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