NUESTRA MEJOR PROTECCIÓN

“Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella”

Zacarías 2:5

Como seres humanos hemos sido creados por Dios con la necesidad de ser protegidos, por eso desde tiempos antiguos el hombre siempre ha buscado estrategias para lograrlo. Cuando los antiguos hacían sus edificaciones, construían muros y puertas alrededor de ellas, que significaban seguridad y extendían límites para que los enemigos no se pudieran acercar.

Pero cuando caían en pecado no podían experimentar la protección de Dios. Es el caso de Jerusalén en la época de Nehemías, cuando el muro estaba derribado y las puertas quemadas a fuego, se encontraban en afrenta, en vergüenza y escarnio y se vieron en la necesidad de reconstruirlos.

Así pasa en nuestras vidas, cuando nos alejamos de Dios y dejamos de experimentar su protección, el enemigo se acerca sin encontrar oposición y puede atacarnos con mayor facilidad. 

¿De qué sirve un muro caído? Deja de ser una fortaleza y se convierte en una debilidad, y vienen a ser atacadas nuestras defensas.

¿Cuál es el muro caído que hay en nuestras vidas? El muro de la santidad, de la unidad, de estar en la voluntad de Dios. Cuando Nehemías vio el muro caído experimentó la profunda necesidad de reconstruirlo y decidió reedificar, pero para poder hacerlo, primero tuvo que ver el muladar que era necesario remover.

Así nosotros debemos revisar primero cual es nuestra debilidad para buscar convertirla en una fortaleza y el muladar es prototipo del pecado en nuestras vidas. Renunciar a él significa acercarnos a Dios con corazón humillado, reconociendo que volvemos a necesitar de su protección.

A veces levantamos muros de protección que no son firmes, como las finanzas, la posición social, ministerial, lo que tenemos, candados en nuestras casas, etc. Pero la verdadera protección viene de parte del Señor quien dijo que sería muro de fuego en derredor nuestro y para gloria estaría en medio de nosotros.

Te invito a que examines cuál es el muro que necesitas reedificar y la obra de reconstrucción empieza en la búsqueda de Dios, en el ayuno y la oración. Y todo pedido empieza con arrepentimiento.

Oro porque Dios permita que tengamos ese corazón humilde para reconocer que necesitamos reconstruir su muralla de protección alrededor nuestro, de nuestra casa, familia, ministerio y ciudad y que podamos buscarle con todo el corazón y Él sea ese muro de fuego que prometió.

#DIOS NUESTRA MEJOR PROTECCIÓN

Con amor Carlos y Stella Castro



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