¿YA SANÉ? O SOLO ME TOCÓ CONTINUAR…

¿YA SANÉ? O SOLO ME TOCÓ CONTINUAR…


En Proverbios 4:23, la Palabra nos dice: "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida."


Cuando llegamos a los caminos del Señor, nuestras vidas empiezan a cambiar. ¿Dónde nace este cambio? En nuestro corazón.


¿Qué debemos hacer para obtener una postura de corazón que agrade al Señor? Debemos abandonar muchas cosas que a Dios no le agradan, como el adulterio, la idolatría, la mentira, el orgullo que habita en nosotros, etc.


Cuando hemos confesado todos nuestros pecados y reconocemos que le pertenecemos al Señor, nuestro corazón no es el mismo. Podemos ser como Daniel, que buscaba al Señor tres veces al día. El corazón que atrae a Dios es un corazón contrito y humillado, que en oración declara que Él es nuestro todo. David pecó varias veces, pero en su corazón estaba el reconocer que el Señor lo perdonaba. Esto no significa que debamos pecar constantemente, sino todo lo contrario. Debemos ser conscientes de que al Señor le desagrada el pecado que cometemos.


Muchas veces tomamos decisiones equivocadas, pero es precisamente en esos momentos cuando el Señor quiere que lo tengamos en cuenta. En mi caso personal, mis emociones a veces me traicionan; me llevan a ser demasiado positivo sobre mí mismo, sin tener en cuenta a Dios, y otras veces me arrastran al negativismo, trayéndome desánimo y frustración. Hoy en día, cualquier proyecto que tengo, primero se lo pregunto al Señor, y si Él me lo confirma con una palabra rema, lo llevo a cabo; de lo contrario, no lo hago.


El corazón que agrada al Señor es aquel que se rinde ante Él y lo reconoce, sabiendo que sin Él, la vida no tiene sentido.


Querido lector, te invito a que examines el estado de tu corazón y te arrepientas si hay algo que no le agrada a Dios, para así alcanzar su misericordia y bondad.


Con amor, Alvaro y Jasbleidy Piza 






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