“He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,

Y llamarás su nombre Emanuel,

que traducido es: Dios con nosotros”

Mateo 1:23

 

Qué maravilloso es el tiempo de Navidad, en estas fechas el corazón de la gente está dispuesto a dar y a recibir y es un momento propicio para recordar el regalo más grande que la humanidad pudo recibir de parte de Dios y es a Jesucristo nuestro salvador.

El regalo que Cristo nos ha dado al nacer humildemente en un pesebre y luego morir en la cruz del calvario es más importante y más valioso que la vida misma porque una vida sin Cristo no vale la pena ser vivida.

Jesús no necesitaba venir al mundo, pero lo hizo por amor. El Padre no necesitaba salvarnos, pero lo hizo por amor. El Espíritu Santo no necesita vivir en nosotros, pero lo hace por amor

No nos alcanzamos a imaginar cuán gloriosas debieron ser las celebraciones en el cielo por el nacimiento de Jesús pero sí tenemos que recordar que la adoración a Dios por el regalo de Jesucristo no se tiene que limitar a estos días sino que debe ser una constante de cada día de nuestra existencia que todos los días estemos adorando al padre y agradeciéndole por el regalo tan maravilloso de amor que nos dio al abrirnos las puertas de la salvación en los brazos de su hijo clavado en la cruz del calvario y al darnos la esperanza de resurrección, en la resurrección de Jesucristo de entre los muertos.

Este suceso de La redención de Cristo es tan importante que debe ser celebrado cada día en nuestras vidas y no solamente con nuestras palabras de gratitud sino con nuestro estilo de vida que nuestra vida sea una vida que exprese adoración a Dios y gratitud continua así que la adoración y la gratitud deben convertirse en un estilo de vida para nosotros.

No basta con palabras hermosas o un profundo sentimiento de gratitud. La única respuesta aceptable por el regalo de Jesús, es entregarle todo nuestro corazón y rendirle por completo nuestra vida.

Oración: padre precioso en el nombre de Jesús bendecimos tu glorioso nombre No hay nadie como Tú ni lo habrá jamás. Tú eres el creador de todas las cosas, todo el universo, todas las galaxias, más allá de lo que nuestro entendimiento puede comprender, todo ha sido creado por ti y para ti. Gracias porque en medio de tanta infinitud de tu creación, nosotros somos los más pequeños, pero nos has mirado con amor para salvarnos, nos has escogido para la alabanza de tu gloria y nos das el privilegio de amarte. Por favor, que no se nos pasen estas fechas con los ojos puestos simplemente en las cosas materiales, sino que apreciemos lo más importante, lo que no tiene precio que es tu salvación y el privilegio de tu Espíritu Santo morando en nuestras vidas. En el nombre de Jesús te bendecimos Padre Santísimo y te damos gracias, amén y amén.



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