SUPERANDO LA OFENSA
Entonces Samuel preguntó: —¿Son estos todos tus hijos? —Queda el menor —respondió Jesé—. Pero está en el campo cuidando las ovejas y las cabras. —Que lo llamen inmediatamente —dijo Samuel—. No nos sentaremos a comer hasta que llegue. 1 Samuel 16:6-13
En este pasaje, nos muestra cómo un ser querido puede ofender involuntariamente a un familiar. No tuvo en cuenta a David y lo dejó en último lugar, lo cual representó una ofensa, ya que la visita del profeta Samuel era muy importante. Vemos que David pasó por alto esta afrenta y, por lo tanto, es evidente que tenía el carácter para manejar tales situaciones. En este mundo, estamos expuestos a ofender y ser ofendidos, intencional o involuntariamente.
Ofender es hacer sentir a una persona herida, despreciada, humillada o maltratada, a través de actitudes, palabras, acciones u omisiones.
La ofensa es parte de nuestra vida cotidiana, y más aún en la sociedad en la que nos encontramos. Es muy fácil asumir o malinterpretar las acciones de otra persona sin conocer realmente sus intenciones. Por ejemplo, cuando alguien publica comentarios en redes sociales sobre un tema que no nos gusta, cuando no escuchamos las palabras que esperábamos, cuando no recibimos lo que se supone que otros deberían darnos, cuando sentimos que no somos valorados ni apreciados por lo que hacemos, cuando alguien critica nuestro trabajo, cuando descubrimos que un amigo hizo algo y no nos invitó, cuando un ser querido no se da cuenta de lo que hicimos por él, cuando nos ignoran o subestiman, cuando sentimos que fallamos o que traicionan nuestra confianza, cuando comparamos el trato que nos dan con el que dan a los demás, etc.
La ofensa es parte inevitable de la vida, pero si nos quedamos paralizados en esa experiencia, quedaremos atrapados en una red de dolor sin sentido. Todo ser humano forma parte de la dinámica de la ofensa. A veces del lado del ofendido y a veces como el ofensor. Por eso es necesario aprender a ignorar la ofensa y pedir perdón cuando somos nosotros quienes la causamos.
"Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho."
Santiago 5:16
Si como cristianos no rompemos el ciclo de la ofensa, nos exponemos a tener un corazón amargado, tendencioso, rencoroso y resentido, que nos llevará a no disfrutar de la plenitud de Dios en nuestras vidas, no podremos movernos libremente con ese peso sobre nosotros, porque nos obstaculizaría y nuestro potencial personal se vería limitado.
¿Qué hacer para pasar por alto la infracción?
1. Perdonar en obediencia, por decisión y no por sentimientos.
2. Mencione en oración cuál fue la ofensa y quién la cometió.
3. Confesar en oración a Dios que hemos perdonado a esa persona.
4. Después de perdonar, declarar la libertad sobre el ofendido y el ofensor.
Cuando aprendemos a dejar ir la ofensa, estamos libres de la trampa del diablo.
Con cariño, Jorge y Marcela Bejarano.
Gracias por la enseñanza
ResponderBorrarGracias¡¡¡
ResponderBorrarSi es muy cierto, aveces nos ofenden y debemos aprender a dejar y perdonar y seguir adelanté..
ResponderBorrarAmén 🙏🏼 pasar por alto la ofensa es sinónimo de madurez 😅🙌
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