NAVEGANDO EN LA INCERTIDUMBRE

Alégrense siempre en el Señor. Repito: ¡Alégrense! Que su bondad sea conocida por todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada, sino presenten sus peticiones a Dios en toda oración y súplica, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.

FILIPENSES 4:4-7

En tiempos de tanta ansiedad y angustia que estamos viviendo, la palabra los llama los últimos tiempos, el Señor a través del apóstol Pablo, en la carta a los Filipenses Capítulo: 1-6 nos dice: que estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.

En este último año, como testimonio, quiero compartir con ustedes situaciones familiares y personales por las que he estado pasando, (la enfermedad de mi hija, el Señor ha sido bueno y está obrando en su salud, decisiones por tomar, incluyendo el viaje de mi hija y esposa a la capital para reunirse conmigo, no fue nada fácil, me tomó casi dos años recibir la respuesta del Señor, el miedo y pavor de esos cambios plagaban mi vida y la de mi familia, que las cosas no salieran como uno espera, situación económica considerando que soy el proveedor de mi hogar, etc.) por momentos me sentía desfallecer debido al estrés y la ansiedad que experimentaba en ese momento. Sin embargo, el Señor siempre estuvo ahí, y a través de la oración y súplica constante, me ha fortalecido y me ha dado su paz con esta palabra que se encuentra en el versículo 4 de Filipenses 4; Regocijaos en el Señor siempre, otra vez os digo: ¡Regocijaos! El apóstol Pablo al momento de escribir esta carta se encontraba en una prisión fría y oscura, pero a pesar de esa dura e injusta experiencia, estaba alegre, sin rencor ni tristeza en su corazón. 

Luego de entender aquella palabra y experiencia del apóstol, el Señor trajo paz y libertad a mi corazón, pude dar el siguiente paso con total tranquilidad y seguridad.

En conclusión, quiero animarlos a que, cuando estemos atravesando un valle de sombra de muerte, nos aferremos a la palabra de los versículos 6 y 7 del capítulo 4, que dice que no nos preocupemos por nada, sino que presentemos nuestras peticiones ante Dios en toda oración y súplica, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús. 

¡Bendiciones!

Álvaro Lara Soto







Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

CÓMO EL ESPÍRITU SANTO RESTAURÓ MI CORAZÓN