“Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.

Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante.

Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca;

porque todos han echado de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento”

Lucas 12:41-44

 Dios nos dio tiempo, fuerza y talentos y los invertimos en conseguir el dinero que necesitamos. Entonces cuando le ofrendamos a Dios, cuando lo honramos con nuestros bienes, le estamos demostrando nuestra gratitud por darnos ese tiempo, fuerza y talentos, en otras palabras, cuando ofrendamos para Dios le estamos entregando una parte importante de nuestra vida. Y sin entregarle nuestras ofrendas a Dios no puede haber una rendición total de nuestras vidas ante él.

En la historia de la viuda nos damos cuenta lo importante que es para Dios lo que nosotros damos y con qué actitud lo damos, pues él mide lo que nosotros damos en base a lo que retenemos. Y también podemos concluir que la ofrenda, la adoración y la santidad están estrechamente conectados.

“Haga memoria de todas tus ofrendas,

Y acepte tu holocausto. Selah”

Salmo 20:3

 En este texto se está hablando de que Dios no olvida las ofrendas que alguna vez depositamos, pues estas serán recordadas, ya que él lleva una estrecha cuenta de todo lo que nosotros damos para él, y el día en que necesitemos podemos clamar por una respuesta pues él tiene memoria de lo que hemos dado para su gloria.

En el caso del joven rico, este hombre se presentó delante de Jesús para preguntarle “Maestro bueno, ¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?” y el Señor le respondió “Los mandamientos conoces” y El joven rico dijo: “Eso lo he guardado todo desde mi juventud” Entonces el Señor le respondió: “Ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres” así que este hombre se entristeció mucho y se alejó.

En el caso de este hombre el problema no era que tuviera muchas riquezas, sino que amaba más a las riquezas que a Dios y su actitud después de este llamamiento de Jesús, demostró su verdadera relación con Dios, que no era más que religión vacía, pues no había entrega y fe, ya que cuando uno realmente aprende a confiar en Dios, da su ofrenda con alegría y con fe, creyendo que él es nuestro proveedor y que nunca nos va a quedar debiendo nada, sino que siempre nos dará más de lo que nosotros le damos a él.

Cuando una persona va a misa o a culto y echa unas cuantas monedas como si fuera una limosna, demuestra el aprecio o el desprecio que siente hacia Dios, es como cuando uno va a una fiesta de cumpleaños y lleva cualquier cosa, pudiendo dar algo mejor, o en peor de los casos no lleva nada; la persona agasajada podría decir “Mejor no me traiga nada” Pero cuando uno da un regalo con sacrificio y con amor, se nota en la actitud y el esfuerzo para dar. Y el asunto no está solamente en la cantidad que damos sino en el amor y el esfuerzo con que lo damos.

Nuestras ofrendas tienen que estar bañadas con amor hacia Dios porque lo que él mira no es la cantidad que damos sino el corazón que tenemos cuando lo hacemos.

Oración: Padre Santo, por favor perdóname todas las veces en que he ofrendado de forma descuidada o he llegado a la iglesia con las manos vacías. Quiero aprender a adorarte con mis bienes, necesito aprender a darte el primer lugar en mi corazón y a ofrendar con alegría. Yo sé que tú no necesitas lo que es para ti, pero yo sí necesito tener un corazón rendido a tus pies y asegurarme siempre que no amo al dinero, sino que te amo a ti.

Con amor, Alexander y Leonor Ardila



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