ERES MI HIJO/A

Junio 02, 2024



1 Juan 3:2

“Mis estimados hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no sabemos lo que seremos en el futuro. Lo que sí sabemos es que, cuando Cristo regrese, seremos como él, pues lo veremos tal y como él es.”


A lo largo de mi formación en la iglesia, he podido ver cómo nos conformamos y acomodamos a vivir un estilo de vida religiosa. Podemos llevar dos, cinco, veinte e incluso más años en la iglesia, pero no nos hemos creído realmente hijos de Dios.


¿En algún momento sentiste que no eras digno/a de llamarte hijo/a de Dios? Personalmente, a inicios de este año lo viví. Para hacer mi mapa de sueños me debatía mucho sobre si realmente merecía lo que estaba plasmando, ya que en varias ocasiones le había fallado al Señor. El miedo y la vergüenza de mi pasado me robaban la convicción de pedir lo que tanto anhelaba. Allí vi cómo mi vida se basaba en una religión y no en una relación con el Señor. No te voy a negar que sentí tristeza y decepción, pues se suponía que ya tenía un corazón conforme al de Cristo por asistir a la iglesia los fines de semana, servir y ser líder de jóvenes. Error que muchos cometemos al querer “encajar” en una congregación o con alguien. Llegó una noche de quebranto donde le dije al Señor: “No puedo más, me siento sin razón de seguir, dame una palabra que renueve mis fuerzas y me dé tranquilidad”. Tomé la decisión de renunciar a todo temor y creer con convicción que mi ADN cambiaría al de Dios. En este intercambio, el Señor me dio una promesa:


“Y el rey elegido dice: Déjenme explicarles el decreto del SEÑOR. Él me dijo: «Tú eres mi hijo. ¡Hoy me he convertido en tu padre! Solo tienes que pedirlo, y te atreveré por herencia las naciones. El mundo entero será de tu propiedad”. Salmos 2:7-8. ¡GUAU! Desde ese momento no dudó ni un segundo en pedir todo lo que necesito y quiero. Con decirte que ya tuve respuesta a esta promesa con el apartamento a donde me llevó a independizarme.


Querido lector, quizás hoy sea el día en que tienes que pedirle al Señor que examine tu corazón y te revele en qué estado está, si realmente es uno conforme al de Él o uno religioso como del montón. No permitas que el miedo, la vergüenza o las circunstancias te impidan ver todo lo que el Señor quiere hacer en tu vida. No olvides todos los días cambiar tu ADN al de Dios y declarar sobre tu vida Gálatas 4:7.

Con cariño,

Carolina Piza



Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

NO TE DEJARÉ… NUNCA